¿Sabías que existe un lugar en el mundo donde más de 600 familias viven en un cementerio desde hace al menos dos generaciones? Esto sucede en el cementerio de Navotas, una extensión de 54 hectáreas, que se encuentra ubicado al norte de Manila, la capital de Filipinas. Manila es una ciudad portuaria que alberga, aproximadamente, a 15 millones de personas actualmente. Según National Geographic (2024), ocupa el puesto 18 en el ranking de Las 20 ciudades más pobladas del mundo en 2025.
Según el documento resumido del Plan de Trabajo Conjunto de las Naciones Unidas (PTC) para 2024, las estadísticas preliminares demuestran que 22.4% de los ciudadanos filipinos viven bajo la línea de pobreza y 10.7% reportaron haber experimentado hambre involuntaria. Se estima que un tercio de la población debe sobrevivir con un dólar o menos al día. En Manila, se ve claramente esta situación. La densidad poblacional provocada por migraciones internas hacia la capital en búsqueda de mejores oportunidades, en conjunto con la gentrificación, obligaron a las miles de familias de bajos recursos a tomar la extrema decisión de vivir en un cementerio.
Donde descansan más de un millón de fallecidos, conviven más de 10.000 personas, quienes conformaron la comunidad Bagong Silang. La distribución del asentamiento, entre las familias, se realiza por repartición de pabellones. Algunas viven en las tumbas y mausoleos de sus parientes que vivieron allí generaciones atrás, y otras alquilan el lugar pagando una cuota y encargándose de su mantenimiento. Sus hogares son armados directamente sobre las tumbas, donde cocinan, duermen y se higienizan. En ocasiones, hasta se puede presenciar los huesos de los difuntos esparcidos alrededor de la sección donde se encuentran los habitantes, ya que muchos pobladores nacen, viven y mueren allí, donde también son enterrados. Por otro lado, otras familias deciden construir sus propias casas, utilizando materiales precarios como cartón, plástico y poliestireno para el armado de sus muros. A su vez, también se encuentran rodeadas de basura debido a que se encuentran ubicadas sobre la contaminada Bahía de Manila.
El cementerio se considera un lugar aceptable para quienes no tienen acceso a una vivienda propia, ya que les brinda una forma de afrontar su situación de vulnerabilidad. A las 7 de la tarde el establecimiento cierra sus puertas, razón por la que los habitantes se sienten más seguros debido a que evita que deban pasar la noche a la intemperie en las calles de la ciudad. Sin embargo, no es sencillo vivir en la zona ya que la inseguridad es abundante. La presencia de pandillas narcotraficantes y de trata de personas, generan que las personas deban colocar candados a las tumbas donde habitan.
Para sobrevivir, los adultos realizan labores como limpieza de nichos y basurales, comercio informal, pesca, y reciclaje, los cual les permite obtener algo de dinero para poder conseguir alimento para sí mismos y a sus familias. También, muchos de ellos obtienen ingresos a través de las “bicitaxis”, un sistema de transporte que facilita la circulación por todo el cementario. A su vez, cuentan con servicio de electricidad y agua, por lo que se han creado espacios de esparcimiento, barrios, almacenes y cuentan con baños públicos.
Finalmente, en cuanto a las acciones del gobierno para con esta situación, parecen no ser suficientes. Los pobladores explican que algunos son votantes censados y que, incluso, los políticos acuden al cementerio para realizar campaña. Sin embargo, a pesar de que se entiende que sus acciones contribuyen al tejido social en cuanto a que aportan a la comunidad el mantenimiento necesario de este espacio de la ciudad, el Estado ha llevado a cabo acciones para quitarlos de allí. A través de protocolos establecidos por el gobierno de Manila y el director del cementerio, en fechas cercanas a la celebración del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, se les ha obligado a los pobladores a abandonar los mausoleos para que las familias de los fallecidos ubicados en el cementerio puedan acudir a visitar la tumba de sus seres queridos. Por ejemplo, en 2019, el Departamento de Seguridad Pública de Manila (DPS) llevó a cabo un operativo de limpieza que desplazó a cientos de familias tras derribar sus hogares y le solicitó a vendedores informales que se alejen del lugar.
Que el conocimiento no se extinga.