Las elecciones presidenciales de 2024 se perfilan como un enfrentamiento crucial entre dos figuras representativas de los polos opuestos del espectro político estadounidense: Donald Trump, expresidente por el Partido Republicano, y Kamala Harris, actual vicepresidente por el Partido Demócrata. Ambos candidatos están respaldados por ideologías claramente diferenciadas que reflejan las divisiones políticas en el país.
El Partido Republicano, liderado por Trump, está centrado en reducir los impuestos y aumentar la producción energética, especialmente mediante la expansión de la perforación en tierras federales y la reducción de las regulaciones sobre la industria del petróleo y gas. Trump también ha propuesto una tarifa del 10% sobre los productos importados, con el objetivo de fortalecer la industria nacional y proteger el empleo estadounidense. En términos de inmigración, Trump busca endurecer las políticas de deportación y continuar con su promesa de restringir la inmigración ilegal mediante la construcción de barreras fronterizas.
Por otro lado, Kamala Harris y el Partido Demócrata se enfocan en una agenda económica que incluye aumentar el crédito tributario por hijos, expandir el acceso a la atención médica, y políticas para combatir el cambio climático mediante una transición hacia energías más limpias. Harris también ha expresado su apoyo a medidas para reducir el costo de los medicamentos y a políticas de justicia racial y equidad. Además, la vicepresidente defiende el aumento de impuestos a las grandes corporaciones y a los más ricos, con el objetivo de financiar programas sociales.
Las encuestas de favorabilidad de Donald Trump y Kamala Harris reflejan un panorama altamente polarizado, con ambos candidatos mostrando tendencias similares pero en diferentes grupos demográficos. Trump cuenta con una aprobación que varía entre el 40% y 45%, mientras que su desaprobación supera el 50%. Su base de apoyo está concentrada principalmente entre votantes conservadores, hombres blancos y personas mayores de 65 años. Sin embargo, sigue siendo una figura muy controvertida por sus dichos y acciones a lo largo de los años como político, con una desaprobación significativa que afecta su imagen pública general.
Por otro lado, Kamala Harris muestra niveles de favorabilidad similares, con un rango de aprobación del 40% al 45%, y una desaprobación que también está entre el 50% y 55%. A pesar de su apoyo firme entre votantes jóvenes, mujeres, afroamericanos y latinos, enfrenta un escepticismo considerable, especialmente entre los votantes republicanos y conservadores. Ambos candidatos, por tanto, enfrentan desafíos en atraer el apoyo de los votantes indecisos, y su desempeño en los debates y la campaña será crucial para modificar estas percepciones y captar electores clave.
Ambos candidatos están movilizando a sus bases con discursos dirigidos a sus principales grupos de votantes. Trump ha reforzado su mensaje de "America First", destacando la necesidad de proteger los empleos estadounidenses mediante políticas proteccionistas. También está apelando a su base rural y de clase trabajadora con promesas de revitalizar la economía a través de la reducción de impuestos y desregulación.
Por su parte, Harris se presenta como una alternativa progresista, con un enfoque en el bienestar social y la justicia racial. Está posicionada como defensora de los logros de la administración Biden, pero también propone políticas propias para atraer al electorado joven e independiente, que será clave en los resultados de la elección.
Que el conocimiento no se extinga.