Tras la Revolución Islámica en Irán, el nuevo gobierno se estructuró en torno a una ideología basada en el islamismo radical e impuso un estricto control sobre los hábitos sociales, culturales y religiosos de la población. Entre las medidas más severas se encontraba el uso obligatorio del hiyab: mujeres y niñas debían cubrirse el cabello con un velo. Quienes no lo hacían eran consideradas delincuentes por el Estado.
La ley iraní que impone el hiyab rige para todas las mujeres que se encuentren en territorio iraní, sin importar su nacionalidad o religión. Es decir, tanto ciudadanas iraníes como extranjeras están obligadas a cumplir con esta norma en espacios públicos. Para garantizar su cumplimiento, se creó la denominada “Policía de la Moral", encargada de supervisar el código de vestimenta islámico. La Policía ha sido acusada de uso excesivo de la fuerza: responsable de arrestos, detenciones arbitrarias e incluso violencia contra mujeres que, según su criterio, no llevaban el velo “correctamente”.
El caso trágico que marcó un antes y un después fue el de Mahsa Amini, una joven iraní de 22 años, detenida por la Policía de la Moral por usar el velo de manera “inadecuada”. Según testigos presenciales, fue introducida a la fuerza en una furgoneta, presuntamente golpeada y trasladada a un centro de detención. Poco después, fue llevada al hospital Kasra de Teherán en estado de coma. Murió tres días después, el 16 de septiembre de 2022, mientras permanecía bajo custodia. Informes confiables señalaron que fue víctima de tortura.
Su muerte desató una ola de indignación en Irán y en el mundo. Multitudes se volcaron a las calles en manifestaciones que alcanzaron una magnitud sin precedentes en la historia reciente del país. Diversos sectores sociales, en especial jóvenes y mujeres que encabezaron los levantamientos junto al lema emblemático “Mujer, Vida, Libertad”. La respuesta del régimen fue brutal, según la organización de derechos humanos Iran Human Rights al menos 234 manifestantes, incluidos 29 niños, han sido asesinados por las fuerzas de seguridad durante la represión en las protestas.
Frente al enorme costo político y social que significaba sostener esta ley en un contexto de crisis interna, el régimen comenzó a ceder. El domingo 25 de mayo de 2025, el presidente del Parlamento iraní, Mohammad Bagher Ghalibaf, anunció la suspensión de la aplicación obligatoria del hiyab. El anuncio sorprendió tanto por su contenido como por su amplia difusión. El cambio refleja el progreso de años de protesta y también la creciente presión popular, especialmente de una juventud cada vez más consciente de los derechos de la mujer.
La medida implica que ya no se aplicarán sanciones violentas contra quienes decidan no usar el velo en espacios públicos. Sin embargo, la ley no fue oficialmente derogada, lo que deja abierta la posibilidad de que su aplicación se reactive en el futuro. En este sentido, la suspensión es un gesto político aún frágil.
Para dar inicio a esta nueva etapa, la activista Henda Ayari apareció sin velo en la televisión francesa. “Quería que este gesto, este grito de liberación, fuera visto por millones de personas en Francia y en todo el mundo, para dar fuerza, coraje y esperanza a las mujeres. Para hacerles saber que no están solas. Tienen derecho a vivir libres, con el rostro al descubierto, orgullosas, erguidas”, declaró.
Que el conocimiento no se extinga.