Se pone a prueba la relación entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia debido a la intensificación de las tácticas de guerra híbrida por parte del Kremlin, lo que plantea la posible activación del Artículo 5 del Tratado del Atlántico del Norte. Surge la pregunta: ¿está preparada dicha alianza para enfrentar este conflicto?
A principios de noviembre, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, señaló que Rusia estaba utilizando una “campaña intensificada de ataques híbridos” contra países occidentales. Las tácticas de guerra híbrida incluyen actos físicos de sabotaje, como incendios provocados, ciberataques y campañas de desinformación. Entre estos, se destacan hechos recientes como ataques incendiarios a un garaje de autobuses en Praga, el Museo de la Ocupación en Riga (Letonia), un almacén de una empresa ucraniana en Londres y un centro comercial en Varsovia. Además se han reportado numerosos ciberataques e incidentes de espionaje en Europa. En el último mes, se cortaron dos cables submarinos de comunicaciones que conectan Alemania y Finlandia en el Mar Baltico. Paralelamente, la Unión Europea acusó a Rusia y a Bielorusia de utilizar la migración como herramienta de presión.
Bruno Kahl, jefe del Servicio Federal de Intelijencia Alemán (BND), advirtió sobre el aumento de tensiones y mencionó la posible activación del Artículo 5 dentro de la OTAN. Este artículo, parte central del Tratado del Atlántico Norte firmado en 1949, estableció a la OTAN como la conocemos actualmente. Define el principio de defensa colectiva, lo que establece que si hay un ataque armado contra una o más de las partes (países miembros de la OTAN), se considera un ataque hacia todos los países miembros.
Históricamente, el artículo 5 sólo se activó una vez, después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. En esa ocasión, los países miembros ofrecieron apoyo mediante operaciones militares y de inteligencia.
Moscú en respuesta, negó reiteradamente haber saboteado infraestructuras europeas, afirmando que se trata de acusaciones inventadas para difamar o perjudicar los intereses rusos a través de una guerra de desinformación comenzada por occidente. La fiscalía sueca abrió una investigación penal preliminar sobre los cables averiados en el mar Báltico, aunque por ahora son solo sospechas de sabotaje.
La advertencia de Bruno Kahl, sumada a los acontecimientos recientes, nos informan de un cambio en la dinámica de la seguridad internacional, donde los límites entre el conflicto armado y la agresión no convencional. Un desafío nuevo surge para la OTAN ¿Cómo responder a amenazas que no encajan en las categorías tradicionales de guerra sobre las cuales se fundaron los tratados de paz? La incertidumbre dentro de la propia alianza sobre si actuar en un caso de guerra híbrida refleja la necesidad de mayor consenso y claridad en la aplicación de sus compromisos.
Que el conocimiento no se extinga.