Ubicada en el centro del continente africano, los conflictos étnicos, la corrupción y la lucha geopolítica por el control de sus recursos naturales son lo habitual en este país. La región de Kivú, ubicado en las costas occidentales del Lago Kivú a 1.500 km de la capital Kinshasa, ha sido de las más inestables a lo largo de su historia.
La RDC es el segundo país más grande de África y tiene un poco menos que el tamaño de Argentina. Dividida en 26 provincias, desde 2019 se encuentra gobernada por el presidente Felix Tshisekedi, del partido político Unión for Democracy and Social Progress (UDPS). A lo largo de su mandato, nunca establecer un control sólido en el complejísimo Conflicto de Kivú.
Es imposible resumir en pocos renglones la numerosidad de países, milicias, organizaciones paramilitares y organismos internacionales que han desembocado en más de 6 millones de desplazados y refugiados, y en cientos de miles de fallecidos a lo largo de 30 años.
La posición geoestratégica de la RDC en el centro del continente africano; el enfrentamiento étnico entre hutus y tutsis, la falta de infraestructuras que cohesionen el territorio, de gobiernos estables, han constituido un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de tan enormes conflictos (Blanco, Calatayud, Sanchez, Martinez, 2009).
A fines de enero, el movimiento rebelde “M23”, uno de los más poderosas dentro de más de 120 existentes, tomó la ciudad minera de Goma (capital provincial de Kivú del norte) cuya población es de 2 millones de habitantes, de las cuales entre 600.000 mil y 1 millón eran desplazados. De los enclaves más importantes del mundo en coltán y cobalto para la producción de productos electrónicos, la toma de la ciudad comenzó a ocasionar nuevos desplazamientos masivos y la profundización de la peor crisis humanitaria del mundo.
Pero esto no se detuvo en Goma. El domingo 16 de febrero, el movimiento capturó otra ciudad importante, Bukavu (capital de la provincia Kivú del Sur), de un millón de habitantes.
A su paso, miles de personas han sido heridas o asesinadas.
De esta manera, M23 ya controla toda la costa oeste del Lago Kivú. Su objetivo final es llegar a la Capital del país Kinshasa, justificado como una “Marcha de la liberación”.
Pero M23 no actuó solo. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, acusó al presidente de Ruanda, Paul Kagame, de brindar apoyo logístico y terrenal, con 4.000 soldados de fuerzas especiales ruandesas.
¿Pero qué los une? La eterna disputa por el control y el poder político se debe a dos etnias que engloban varios países: Tutsis vs Hutus. El genocidio de Ruanda de 1994 por parte de los hutus a los tutsis, que dejó entre 500.000 y 1 millón de personas asesinadas, aún se encuentra muy presente. Kagame, de la etnia tutsi, justifica su apoyo a M23, también tutsi, con el fin de proteger a etnia y a la población ruandés localizadas en RDC del gobierno del presidente congoleño Tshisekedi. No obstante, no olvidemos los intereses por los recursos naturales: expertos de la ONU han denunciado desde 2024 la existencia de una cadena de transporte minero desde la mina Rubaya, controlada por M23, a Ruanda.
Por otro lado, no solo hubo enfrentamientos con las tropas regulares del ejército de RDC, sino que ocurrieron enfrentamientos entre M23 y el ejército de Burundí, en las proximidades de Bukavu. Este país ha tenido soldados apostados en el este de la RDC por años con el objetivo de encontrar a rebeldes burundeses que huyen hacia allí. No obstante, dichas tropas defendieron sin éxito el aeropuerto de Bukavu, la ciudad recientemente tomada por el movimiento.
El presidente de Burundi, Évariste Ndayishimiye, exhorta que, si no se sanciona o aísla a Paul Kagame de Ruanda, su “expansionismo” no cesará nunca, y la guerra corre riesgo de generalizarse más allá de las fronteras congoleñas. De esta manera, se volvería regional.
No obstante, desde la presidencia de Ruanda rechazan cualquier tipo de declaración en su contra.
Entre tanto, soldados ugandeses se sumaron a la contienda, ingresando en la ciudad congoleña de Bunia, capital provincial de Iturí, norteña a Kivú del Norte y fronteriza a Uganda. A pesar de que no hayan sucedido combates, Uganda ingresó a la ciudad congoleña en apoyo a sus tropas. Se debe tener en cuenta a otro grupo rebelde, denominado “Cooperativa para el Desarrollo del Congo” (CODECO), quienes semanas anteriores asesinaron a cientos de personas.
En diciembre de 2021, Uganda y RDC han firmado un acuerdo de defensa y seguridad contra los grupos rebeldes CODECO y “Fuerzas Democráticas Aliadas” (ADF). Esta última data su origen en Uganda para luego expandirse hacia RDC. A diferencia de otros grupos, es de ideología islámica.
Tras la “guerra mundial africana”, ocurrida entre 1998 y 2003, Naciones Unidas desde el año 2010 estableció la Misión de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO), siendo una de las más importantes del mundo en cantidad de soldados y personal.
De igual manera, RDC ha sido un rompecabezas en la búsqueda de solución de crisis para la misiones de paz. A pesar de disponer de la primera y única fuerza ofensiva de Naciones Unidas, llamada Fuerza Neutral Internacional (NIF) las cuales en 2013 derrotaron a M23 firmándose así un acuerdo de paz y de disolución del grupo, lo plasmado en los papeles no alivió la agobiante situación.
La mayoría de la población estima que MONUSCO ha fracasado en el mantenimiento de la paz, e hizo notar su desconformidad con masivas y violentas protestas en la capital de RDC Kinshasa. Esto resultó en ataques a sedes de misiones diplomáticas, la quema tanto de la embajada de Francia como de neumáticos, banderas ruandesas e imágenes de Paul Kagame; y en el asesinato de tres miembros del personal humanitario de Naciones Unidas.
A su vez, expertos de la ONU ha denunciado a M23 por llevar a cabo ejecuciones arbitrarias de menores de edad en Kivú del Sur tomadas por el grupo, agravando la profundización del conflicto. M23 respondió argumentando que dichos hechos ocurrieron antes de su llegada, a manos de niños soldado congoleños.
Recientemente, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, exclamó ante la Unión Africana (UA) que “no existe una solución militar” para este conflicto y que “debe evitarse una escalada regional”. La UA solicitó un alto al fuego y teme por la “balcanización” de Kivú e instó a respetar los procesos de paz de “Luanda” y “Nairobi”, referidas a desarme y estabilización regional.
En línea con esto, los líderes de las naciones africanas pertenecientes a la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC) y la Comunidad de África Oriental (EAC) se reunieron para también acordar lograr un alto al fuego inmediato y el cese de las hostilidades. Además, condenaron los ataques a embajadas, la necesidad de apertura de ayuda humanitaria y la retirada de fuerzas armadas extranjeras que no hayan sido invitadas en territorio de la RDC, refiriéndose a las 4.000 tropas ruandesas que apoyan a M23.
Otras temáticas ha sido la elaboración de un Plan de Seguridad para Goma, y sus alrededores, y el despliegue de utilización de Concepto de Operaciones (CONOPS) para neutralizar a los movimientos beligerantes.
La intervención de Ruanda, Burundi y Uganda en RDC recuerdan el pasado oscuro de la denominada “guerra mundial de África”, las cuales seis millones de personas perdieron la vida.
En un mundo donde los conflictos mundiales actuales aparentan buscar la paz, vuelve a explotar esta crisis, generando nuevas pérdidas de vida, millones de desplazados, y un aumento de necesidad de asistencia para la mayor crisis humanitaria del mundo.
Las guerras étnicas, la participación de otros Estados, los recursos naturales y la incapacidad de revertir la debilidad e inexistencia del monopolio de la fuerza del Estado congoleño en el este de su territorio, permitirá la ininterrumpida continuación del conflicto. Hoy el este de la RDC es tierra de nadie.
Que el conocimiento no se extinga.