Un vehículo atropelló a una multitud de hinchas del Liverpool FC durante un desfile de celebración del título de la Premier League (Liga inglesa de fútbol) el pasado 26 de mayo. Las autoridades reportaron 27 personas hospitalizadas, entre ellos 4 niños, dos de esas personas sufrieron lesiones graves pero no se han reportado muertos.
Los testigos declararon que el conductor atravesó a toda velocidad a la multitud que participaba del desfile y atropelló a más de 80 aficionados. Tras arremeter contra sus primeras víctimas, el vehículo bajó la velocidad y la muchedumbre cargó contra el vehículo, rompiendo las ventanillas; sin embargo, volvió a acelerar y logró herir a más personas. Los hechos ocurrieron poco después de que el autobús descapotable del equipo y el cuerpo técnico atravesara el centro de la ciudad, donde fueron recibidos por los aficionados. Las fuerzas de seguridad han pedido a la población evitar todo tipo de especulaciones sobre el incidente, mientras trabajan en conjunto con la policía antiterrorista del Noroeste.
El hecho se difundió en redes sociales, mostrando imágenes fuertes de personas tiradas en el suelo y a otros espectadores confrontando al conductor que causó el accidente en Water Street. El club expresó en redes sociales su preocupación, enviando “sentimientos y oraciones hacia aquellos afectados por el incidente”; también manifestaron su apoyo hacia las autoridades y servicios de emergencia involucrados en el hecho.
Minutos después del ataque del pasado 26 de Mayo - Getty Images
Ante este incidente, el primer ministro británico, Keir Starmer expresó sus condolencias por su red social X, calificando a los hechos como “escenas espantosas”, y agradeciendo a la policía y a los servicios de emergencia de la ciudad de Liverpool por su rápida respuesta a esta situación. Además, hizo énfasis en la petición de las fuerzas locales respecto a la especulación de los hechos, pidiendo a los ciudadanos que dejen a los responsables investigar.
El responsable del hecho es Paul Doyle, un hombre de 53 años que fue detenido por la policía de Merseyside. El incidente no fue considerado como un “ataque terrorista”, según informó la policía del lugar, alegando que se trata de un incidente aislado.
En una conferencia de prensa posterior, se revelaron los cargos contra Doyle, que incluyen intento de asesinato, conducción temeraria y conducción bajo los efectos de las drogas, entre otros. Se especula que el conductor logró acceder a Water Street (calle cerrada por el evento) detrás de una ambulancia que acudía a un llamado de emergencia en la zona.
Paul Doyle fue parte de la Marina Real Británica, donde ocupó el cargo de comandante durante cuatro años. Luego de concluir su servicio, Doyle se dedicó a la informática y la ciberseguridad. Trabajó en el sistema de salud público del Reino Unido (NHS) y en una prestigiosa empresa británica de gestión de bienes.
Durante el juicio, el tribunal denegó a Doyle la libertad bajo fianza: el imputado constituía un riesgo significativo para su seguridad si se le permitía salir en libertad. También existía la posibilidad de evasión, se presume que dispone de los recursos necesarios para no aparecer ante la corte. Se le comunicó que continuaría en detención preventiva, como mínimo hasta la próxima audiencia programada para el 14 de agosto, con una posible fecha de juicio provisional fijada para el 24 de noviembre.
Que el conocimiento no se extinga.