Rafael Grossi, actual director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), confirmó el 1 de Abril de 2025 en la sede del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) su pretensión de postularse como candidato para Secretario General de las Naciones Unidas (ONU). El actual secretario de la organización, el portugués Antonio Guterres, finaliza su mandato en el año 2026, por lo que, a menos de un año, ya iniciaron las especulaciones y campañas para saber quién será su sucesor. Por parte del Gobierno Nacional existe apoyo a su candidatura. No obstante, el fantasma del fallido intento de Mauricio Macri en 2016 de postular a Susana Malcorra continúa entre nosotros. ¿Será diferente esta vez? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones del presidente Milei?
Según el artículo 97 de la Carta de las Naciones Unidas, es competencia de la Asamblea General (AG), por recomendación del Consejo de Seguridad de la organización, el nombramiento del Secretario General. Sin embargo, en 2015 la AG aprobó una resolución de suma relevancia histórica (A/Res/69/321) que modificó el proceso de selección para convertirlo en uno mucho más transparente, abierto e inclusivo. De esta manera, a diferencia de años anteriores, los candidatos tuvieron la posibilidad de vincularse directamente con los Estados Miembros, la sociedad civil y el público general. Como resultado de este nuevo proceso, el primer seleccionado fue el actual secretario general, Antonio Guterres, en su primer mandato (2016-2021).
El nuevo procedimiento consta de seis pasos. El primero de ellos consiste en la publicación de una carta conjunta por parte de las presidencias tanto de la AG como del Consejo de Seguridad. Luego, se presentan y distribuyen los nombres de los candidatos entre todos los Estados Miembros. A continuación, se invita a los postulantes a que enuncien sobre la visión a futuro que poseen y dialoguen oficiosamente con los Estados Miembros. El cuarto paso corresponde al Consejo de Seguridad, que inicia su proceso de selección a mediados de mayo/junio, y realiza su votación interna respecto al candidato que, más tarde, “recomendará” a la Asamblea General para su posterior nombramiento. Desde 1996, el Consejo ha votado por unanimidad a quien considera idóneo para ocupar este cargo. Por último, el paso cinco refiere al nombramiento de la Asamblea General y el sexto, es el inicio del mandato el 1 de enero del año siguiente. Su duración es especificada mediante las resoluciones correspondientes al Consejo y la Asamblea. Últimamente, los plazos de mandato han sido establecidos por cinco años y las reelecciones están habilitadas.
Es importante tener en cuenta que, en base a la carta publicada por los presidentes de la AG y el Consejo, la candidatura a secretario general debe ser presentada por el Estado correspondiente a la nacionalidad del candidato. Por esta razón, en su ponencia en el CARI, Grossi declaró: “Obviamente sería un honor que mi país me presenté como candidato” y destacó su buena relación con el presidente argentino, Javier Milei, el jefe de gabinete, Guillermo Francos, y el canciller, Gerardo Werthein. Además, Argentina actualmente tiene la ventaja que existe la regla implícita de la “rotación regional”, la cual establece que esta vez sería correspondiente para América Latina la postulación del candidato a sucesor de Guterres.
A su vez, Grossi posee una dependencia aún mayor con el gobierno nacional en cuanto a su candidatura porque, a pesar de ser un diplomático argentino recibido del Instituto del Servicio Exterior de la Nación, actualmente posee una licencia como tal dado que, al ejercer el cargo de Director General del OIEA,“no posee” una nacionalidad más que la de la OIEA. El estatuto del organismo establece en el punto F del artículo VII que las funciones del Director General son de carácter internacional y, por lo tanto, no recibirá instrucciones de ninguna entidad ajena al organismo ni actuará en forma incompatible contra su condición de funcionario. De esta manera, queda a cargo del presidente Milei la presentación de la postulación de Grossi como candidato del Estado argentino. Sin embargo, ¿tiene Rafael Grossi la experiencia necesaria?
Nacido en 1961 en Buenos Aires, Rafael Grossi se graduó en ciencia política especializado en relaciones internacionales en la Universidad Católica Argentina (UCA) en 1983. Dos años después, con el segundo mejor puntaje, ingresó al Servicio Exterior de la Nación. En 1991 realizó una maestría en relaciones internacionales en Suiza y a continuación un doctorado en historia y política internacional. En el Servicio Exterior fue elegido para formarse en tecnología nuclear, lo que sería el inicio de una carrera que lo acompañaría toda su vida.
Entre sus labores diplomáticas en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina se destaca su labor de Representante de la Argentina ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Representante de la Argentina ante la OIEA y otras Organizaciones Internacionales halladas en Viena. En 2015 presidió la Conferencia Diplomática de la Convención sobre Seguridad Nuclear, donde logró que se aprobara de manera unánime la Declaración de Viena sobre la Seguridad Nuclear, la cual marcó un importante hito a nivel internacional tras el accidente nuclear de Fukushima Daiichi en 2011. Actualmente, tras haber sido elegido por primera vez en 2019, se encuentra ejerciendo su segundo mandato como el sexto Director General del Organismo desde el año 2023.
Rafael Grossi ha sido reconocido por otros Estados por medio de premiaciones como la Orden del Mérito Naval del Brasil, la Gran Orden de Honor en Oro con Banda por Servicios a la República de Austria y la Medalla Nacional por el 30° Aniversario de la Independencia de Kazajstán, entre otros.
En su ponencia, Grossi se centró en la seguridad internacional. Como director general del organismo encargado de inspeccionar a todos los países miembros del Tratado de No Proliferación Nuclear entrado en vigor en 1970, criticó la ligereza con la que se habla hoy en día sobre la utilización de bombas nucleares en conflictos. Se debe recordar que los únicos países que tienen permitido poseer armas nucleares son Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China, los cuales, a su vez, son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin embargo, también advirtió sobre aquellos Estados que no poseen armas nucleares pero que comenzaron a desear desarrollarlas de manera clandestina o desestabilizando su región. El “paraguas nuclear” ya no es tan eficiente como era antes. Las alianzas centradas en la protección nuclear se han vuelto débiles y porosas. El sistema que planteó la OIEA y fue eficiente en su momento, quedó obsoleto ante la realidad internacional actual.
El diplomático continuó su exposición haciendo hincapié en el congelamiento que sufre el actual Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El mandatario hizo énfasis en que los organismos internacionales deben actuar para la realidad concreta, empírica, y no para una realidad normativa que se rige por el “deber ser”. Postuló que los conflictos que existen hoy en día se deben al mal funcionamiento del órgano de la ONU y las posiciones polarizadas que allí abundan, las cuales estipula que no desaparecerán con el paso del tiempo a menos que alguien actúe. El Secretario General debe liderar esa acción. Por esa razón, principalmente, considera que puede ser él quien ocupe ese rol.
Sin embargo, no es la primera vez que Argentina presenta un candidato a la ONU. El día 20 de mayo del año 2016 se conocía la presentación por parte del presidente argentino de ese entonces, Mauricio Macri, de la candidatura de la canciller Susana Malcorra a la Secretaría General de las Naciones Unidas. En su carta a las presidencias de la AG y el Consejo, el líder nacional establecía que “el Gobierno argentino está convencido de las condiciones y capacidades” de la postulante para cumplir el cargo con creces.
Susana Malcorra es originaria de Santa Fe, graduada de la Universidad Nacional de Rosario como ingeniera electrónica y, al momento de la presentación de su candidatura, en cuanto a su labor diplomática, había ejercido gran cantidad de funciones en la organización. Se había desempeñado como Jefa de Operaciones, Directora Ejecutiva Adjunta del Programa Mundial de Alimentos y Jefa de Gabinete del Secretario General Ban Ki Moon. En su carta, el gobierno explica que la canciller también había participado activamente en la elaboración de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y agrega que, en caso de ser electa como tal, sería la primera mujer que asume el cargo desde su creación en 1945.
Luego, el gobierno finaliza argumentando que dicha propuesta se encuentra en consonancia con la idea de la administración de ese entonces de lograr una política exterior más integrada al mundo, que promueva el diálogo inclusivo, respetando las diversas posiciones e intereses. El multilateralismo era visto como la mejor forma de relación interestatal, estableciendo normas y obligaciones en común, buscando alcanzar objetivos indispensables como el progreso, la paz y el desarrollo inclusivo.
A pesar de ello, estas razones no fueron suficientes para ser elegida por el Consejo de Seguridad de la ONU, ya que Reino Unido vetó su candidatura. A pesar de haber obtenido cinco votos positivos, dos muy importantes provenientes de Estados Unidos y China, también recibió siete votos negativos, siendo el más relevante el del miembro britanico permanente. El embajador argentino en Reino Unido de ese momento, Carlos Sersale, desestimó que la razón del veto haya estado motivada por la causa Malvinas que pregona Argentina. Agregó que la cuestión de fondo de las decisiones de los países permanentes con este poder de veto se basa en intereses más profundos, conectados directamente con el candidato en sí y no con problemáticas externas, por lo que deben analizarse correctamente.
Por lo tanto, este escenario ya experimentado por el gobierno nacional permite preguntarnos: la situación de Rafael Grossi, ¿será diferente?, ¿Que negociaciones podrían llevarse a cabo para que esto no vuelva a repetirse en caso de que el gobierno argentino presente oficialmente su candidatura en 2026?, ¿Influirá en algo su rol de director general en la OIEA?
Si bien no han habido declaraciones oficiales por parte del gobierno nacional, la presentación de la candidatura parece ser posible. El apoyo del presidente Javier Milei a la postulación de Rafael Grossi, en caso de concretar su decisión, podría significar el primer intento de acción por parte del gobierno de “modificar” la ONU desde adentro. El mandatario ha demostrado reiteradas veces su rechazo para con la Organización Internacional, creadora de la Agenda 2030, entendida por él como una agenda ideológica de corte socialista que envió a la institución por la “senda equivocada” y suprime la libertad de los Estados.
La idea de Grossi de que la organización debe operar para una realidad diferente y más dura de la que está acostumbrada, puede encontrarse ligada con las intenciones de Milei, declaradas en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU en 2024, de que la organización abandone sus ejes actuales centrales y retome los principios que le dieron vida para que adopte el rol para el que fue creada: la lucha por la libertad.
Que el conocimiento no se extinga.