El ejército de Israel inició en la madrugada del viernes 13 de junio una serie de ataques contra instalaciones nucleares y otros objetivos militares en Irán, en el marco de lo que denominó la Operación León Naciente.
En una declaración tras el inicio de los ataques, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, afirmó que el objetivo era contrarrestar la amenaza iraní a la propia supervivencia de Israel, y advirtió que la ofensiva se extenderá durante los días que sean necesarios.
"Hoy, Irán está más cerca que nunca de obtener un arma nuclear. Las armas de destrucción masiva en manos del régimen iraní representan una amenaza existencial para el Estado de Israel y una amenaza significativa para el resto del mundo", declaró.
La respuesta de Irán no se hizo esperar, en la noche de ese mismo viernes lanzó un contraataque con decenas de misiles balísticos hacia Israel.
Ante esta situación, el argentino Rafael Grossi, Director General de la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), confirmó este viernes ante el Consejo de Seguridad de la ONU que el reciente bombardeo por parte de Israel provocó la destrucción de algunas partes de la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, ubicada en Irán.
Rafael Grossi, Director General de la OIEA
Grossi indicó que las autoridades competentes de Irán han confirmado que las instalaciones de Natanz fueron blanco de impactos. Sin embargo, pese a la ofensiva y a los daños en las instalaciones, no hay niveles elevados de radiación.
También informaron que, hasta este momento, los emplazamientos de Isfahán y Fordow no han sido objeto de impacto. Aunque Irán aseguró que ambas instalaciones no resultaron dañadas, el organismo internacional continúa desplegado en tareas de verificación para confirmar la integridad de dichos sitios.
Sin embargo, Grossi reconoció que hay contaminación radiactiva y química dentro de las instalaciones, aunque consideró que es manejable con medidas de protección apropiadas.
En su informe, el argentino subrayó que este acontecimiento es muy preocupante. Reiteró que las instalaciones nucleares jamás deben ser objeto de ataque, independientemente del contexto o las circunstancias, ya que esto podría ser nocivo para las personas y el medioambiente.
Finalmente, advirtió: “Estos ataques tienen graves implicaciones para la seguridad tecnológica nuclear, la seguridad física nuclear, así como para la paz y la seguridad regionales e internacionales.”
Que el conocimiento no se extinga.