La lucha contra la contaminación plástica se ha convertido en uno de los desafíos más urgentes en las últimas décadas. Por ello, surgió la necesidad de establecer un tratado internacional coordinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el cual enfrentó diferentes perspectivas. Estas conversaciones ya habían comenzado en las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, durante julio, cuando los expertos señalaron los desafíos globales para hacer frente a la contaminación por plásticos. Sin embargo, no alcanzaron un acuerdo debido a la presión de las naciones productoras y la industria, en medio del crecimiento de una crisis ambiental. Por un lado, hay un grupo de países, científicos y organizaciones ambientales que abogan por restringir la producción mundial de plásticos para minimizar el daño al medio ambiente, y por otro, los países productores de petróleo y grandes naciones industriales argumentan que la solución debe enfocarse en mejorar la gestión y el reciclaje de los desechos, sin restringir la producción.
El proceso surgió por una resolución 5/14 de la Asamblea General para el Medio Ambiente para construir un acuerdo jurídico vinculante, que marque un antecedente similar al Acuerdo de París —cuyo objetivo era limitar el avance del calentamiento global— en materia ambiental. Las Naciones Unidas determinaron que la cuestión ecológica ha alcanzado un punto de crisis, debido a la gran magnitud de microplásticos hallados en organismos e incluso en lugares remotos del planeta.
Desechos plásticos llegan a las costas del archipiélago de las Maldivas.© PNUD
El pasado 15 de agosto, el PNUMA se reunió en Ginebra para impulsar un acuerdo jurídicamente vinculante para acabar con la contaminación de los plásticos. Luego de 10 intensos días, el 25 de agosto cerraron las negociaciones y, si bien no llegaron a ningún acuerdo, se subrayó que “a pesar de las dificultades que el mundo atraviesa, todos los países quieren seguir presentes en las mesas de negociaciones”, según Inger Anderson, directora ejecutiva del PNUMA. Por su lado, el secretario general de Naciones Unidas, António Gutierres, lamentó que las negociaciones hayan concluido en un acuerdo firme, pero respaldó el mensaje de Andersen: los estados miembros quieren mantenerse comprometidos con el proceso.
Esta negativa tuvo un impacto significativo debido a la perspectiva global, las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) involucradas y el llamado al compromiso de cuidar el medio ambiente y proteger la salud de las personas en todo el mundo. Esto podría impulsar la creación de un acuerdo internacional y vinculante. En cuanto a las ONGs, representan la implicación de la sociedad civil, incluyendo a las comunidades indígenas, recolectores, artistas reconocidos y científicos que expresaron sus protestas para poner un fin a la contaminación por plásticos y destacar los temas pendientes que necesitan preparación para una conferencia diplomática.
Lo ocurrido en Ginebra marca el inicio de un compromiso de la comunidad internacional; que debe unir su voluntad y trabajo para promover el cuidado del medio ambiente, una obligación que nuestro planeta necesita. Debe firmarse un tratado sólido que establezca reglas para fomentar la circularidad del plástico y prevenir su escape en la naturaleza, celebrado conjuntamente por las Naciones Unidas y el PNUMA. Asimismo, es necesario implementar métodos de reciclaje que impidan la difusión de elementos tóxicos que contaminen otros ecosistemas, como los océanos.
Que el conocimiento no se extinga.