El ejército nacional de Madagascar tomó el poder de la nación, tras las manifestaciones que reclamaban mejores condiciones de vida, el pasado martes 14 de octubre. Las protestas se centraron en la pobreza, los continuos cortes de luz y la falta de oportunidades para los jóvenes. La movilización se extendió por todo el territorio y paralizó la capital, Antananarivo.
El coronel Randrianirina, líder de la unidad militar de élite Capsat, encabezó el golpe de Estado. Esto sucedió luego de que el Parlamento votó a favor de la destitución de Rajoelina. En las puertas del palacio presidencial, Randrianirina expresó: “Hemos tomado el poder”. Rajoelina no tuvo otra opción que escapar del país. Su paradero es incierto aún y no se descarta que haya buscado refugio en el extranjero.
Desde que asumió el poder, el ejército tomó decisiones inmediatas. Suspendió la Constitución Nacional, el Senado, el Tribunal Constitucional, el Consejo Superior para la Defensa de la Democracia y del Estado de Derecho y la comisión electoral. También prometió formar un gobierno civil para solucionar la crisis política y económica que atraviesa Madagascar. Para esto, se conformaría un consejo integrado por oficiales del ejército y la policía, que asumirá funciones administrativas y de seguridad hasta nuevo aviso.
Imagen: Brian Inganga/AP Photo/picture alliance
Las protestas por parte de la juventud, con participación de distintos sectores de la sociedad, expresaron su descontento con la calidad de vida diaria en el país, que se arrastra desde su independencia en 1960. También mostraron la frustración con el gobierno nacional y el cansancio frente a décadas de desigualdad, desempleo y corrupción.
La situación del país peninsular es extrema. La corrupción gubernamental, el deterioro de la educación, la baja calidad de los servicios y la pobreza afectan a más del 75% de la población, según el Banco Mundial. Organismos internacionales expresaron su preocupación y llamaron a un pronto restablecimiento del orden democrático.
La población de Madagascar se encuentra esperanzada por lo logrado y por el futuro del país. En las calles, muchos celebraron la caída del presidente con banderas y cánticos que pedían un nuevo comienzo. Aunque reina la incertidumbre, muchos creen que este puede ser el inicio de un cambio profundo.
El nuevo escenario político abre un capítulo incierto. El país celebra el fin de un ciclo, pero el desafío recién comienza.
Que el conocimiento no se extinga.