El pasado 6 de mayo se informó por el sitio oficial de la United States Drug Enforcement Administration (DEA) la detención de 14 individuos provenientes de México, entre los cuales se encontraba Heriberto Salazar Amaya, uno de los líderes “fantasmas” del cartel de Sinaloa.
México es el principal productor y exportador de fentanilo, un fuerte analgésico opioide sintético similar a la morfina pero con mayor potencia. Representa una amenaza para el gobierno de Estados Unidos y su población, al ser su principal destino para el consumo. Actualmente, los carteles de Sinaloa y la Nueva Generación de Jalisco son los mayores fabricantes de fentanilo, según el Departamento de Estado de Estados Unidos en su último reporte anual sobre el Control y Estrategia Internacional de Narcóticos.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, anunció en 2024 una nueva estrategia nacional que busca mejorar la calidad en las investigaciones, nuevos métodos para recolectar información y reforzar las leyes para reducir la corrupción. Los resultados de esta nueva apuesta fueron positivos: se redujo significativamente la producción de fentanilo y concluyó en uno de los operativos más exitosos en la historia del combate contra el crimen organizado. Se logró en coordinación con las autoridades de Sinaloa y un soporte proveniente de Estados Unidos, que incluyó equipamientos y entrenamientos a los grupos de las fuerzas.
A pesar de esto, Sheinbaum Pardo recortó un 36% del presupuesto para seguridad, lo que implica un nuevo desafío para combatir a las instituciones criminales y, sobre todo, la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad. En febrero de 2025, Trump declaró al cartel de Sinaloa como una organización terrorista y, contradiciendo su lema de campaña, afirmó que los inmigrantes ilegales relacionados a la distribución de drogas dentro de su país no serán deportados, sino que permanecerán en las cárceles de máxima seguridad el mayor tiempo posible.
Heriberto Salazar Amaya es considerado un “líder fantasma” por escabullirse y pasar desapercibido por las autoridades. No formaba parte de ningún listado entre los principales criminales internacionales más buscados, ya que su rol dentro del cartel no incluía el ejercicio de violencia o confrontación.
Ejercía una labor de logística dentro de Estados Unidos, estructurando una red planificada de rutas, viviendas y almacenamientos para la distribución eficiente de fentanilo entre los estados de Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y Oregon. El objetivo era que las personas involucradas pasaran lo más desapercibidas posible y para que esto funcione, se sometían a un entrenamiento para asegurar su propia integridad.
En el reporte brindado por la DEA, informan que los agentes incautaron alrededor de 2.7 millones de píldoras de fentanilo en Albuquerque, Nuevo México junto con autos de alta gama, dinero y armas de fuego.
Este operativo fue catalogado como el desmantelamiento más largo y peligroso del tráfico de fentanilo en la historia de Estados Unidos. Esto implica que, como parte del objetivo, estarían salvando alrededor de un millón de vidas de sobredosis letales de esta droga. Forma parte de la operación “Take Back America”, que impulsa la eliminación total de los crímenes internacionales y la protección a los estadounidenses de los criminales.
El futuro de Salazar Amaya no es prometedor: además de formar parte de una de las mayores redes de narcotráfico, enfrenta cargos por inmigración ilegal, ingreso al país después de ser deportado, contrataciones de personal no autorizado para trabajar en Estados Unidos y conspirar para ocultar extranjeros ilegales. Su sentencia se cumplirá dentro de una de las cárceles de alta seguridad y existe la posibilidad que sea Alcatraz.
Que el conocimiento no se extinga.