El gobierno federal de Estados Unidos se encuentra en un cierre parcial desde el 1 de octubre, tras la incapacidad del Congreso de aprobar una nueva ley de financiamiento antes del inicio del año fiscal 2026. La falta de consenso provocó la suspensión temporal de numerosos servicios públicos y la interrupción del salario de miles de empleados federales.
Durante el cierre, continúan funcionando solo los servicios esenciales, como las fuerzas armadas, el control del tráfico aéreo, la seguridad nacional y la atención médica en hospitales federales. En cambio, parques nacionales, museos, oficinas de pasaportes y otras agencias administrativas permanecen cerrados hasta nuevo aviso. Se estima que la medida afecta a unos 800.000 empleados federales, de los cuales cerca de 700.000 siguen trabajando sin recibir pago inmediato.
La situación refleja un fuerte enfrentamiento político entre republicanos y demócratas, debido a desacuerdos sobre los niveles de gasto federal, la reducción de la ayuda exterior y los subsidios al seguro médico. El conflicto se centra en las prioridades presupuestarias: los republicanos buscan mantener los niveles de gasto actuales y reforzar las partidas destinadas a defensa y control migratorio, con el objetivo de reducir la inversión en energía verde y programas sociales.
Capitolio de los Estados Unidos de América.
En julio, el Congreso aprobó el proyecto “One Big Beautiful Bill”, que incrementó los fondos militares y recortó subsidios sanitarios y ambientales, lo que generó críticas del Partido Demócrata. Por su parte, los demócratas insisten en ampliar los subsidios de salud de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA) y revertir los recortes a Medicaid, con el fin de extender la cobertura médica a millones de ciudadanos y aumentar la inversión pública en salud.
Tras el fracaso inicial para aprobar el presupuesto, los republicanos —que controlan la Cámara de Representantes y el Senado— propusieron una ley temporal para mantener el financiamiento del gobierno hasta el 21 de noviembre, mientras continuaban las negociaciones. Sin embargo, el Senado rechazó la medida: obtuvo 55 votos a favor y 45 en contra, cuando se requerían 60 para su aprobación, lo que obligó a mantener el cierre parcial.
El cierre del gobierno no es un fenómeno nuevo en Estados Unidos. El último ocurrió entre diciembre de 2018 y enero de 2019, durante la presidencia de Donald Trump, y se prolongó durante 35 días, convirtiéndose en el más largo de la historia.
A medida que avanzan las negociaciones, la presión pública sobre ambos partidos crece. Los trabajadores federales han comenzado a recibir notificaciones de licencia sin goce de sueldo y varias agencias han suspendido proyectos en curso. Mientras tanto, la incertidumbre domina en Washington: ningún líder ha presentado aún una propuesta de consenso, y hasta el momento no se vislumbra un acuerdo que ponga fin al cierre.
Que el conocimiento no se extinga.