El 18 de julio de 2025, Eslovaquia retiró su veto al 18.° paquete de sanciones de la Unión Europea contra Rusia. Este acuerdo se logró luego de que Bruselas ofreciera garantías escritas de seguridad energética al gobierno de Robert Fico y asistencia frente a reclamaciones contractuales. Este importante hecho tuvo lugar tras tres semanas de intensas negociaciones entre la Unión Europea y el gobierno eslovaco.
A mediados de junio de 2025, la Comisión Europea había planteado este paquete de sanciones contra la banca; el sector energético, incluido Nord Stream; y la industria militar de Rusia. Sin embargo, el gobierno eslovaco bloqueó la propuesta hasta en seis ocasiones. No obstante, el veto eslovaco no respondía propiamente a este paquete de sanciones, sino a la negativa del gobierno de Robert Fico frente al plan de desvinculación energética total de la Unión Europea respecto de Rusia para 2028. Eslovaquia sigue siendo un importante consumidor del gas ruso y mantiene una alta dependencia de este recurso. De hecho, cuenta con contratos energéticos con empresas rusas, como Gazprom, vigentes hasta 2034. Esto ha generado que Eslovaquia sea percibido como uno de los mayores aliados de Moscú dentro de la Unión Europea, ya que en múltiples ocasiones ha adoptado posturas prorrusas en relación a la cuestión ucraniana y las sanciones contra el régimen de Vladimir Putin.
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A pesar de esto, tras intensas negociaciones, se alcanzó un acuerdo entre la Unión Europea y Eslovaquia, a fin de que este último levantara su veto sobre el paquete de sanciones. Consciente de su dependencia del gas proveniente de Rusia, Bratislava enfatizó que la única posibilidad de negociar implicaba incluir garantías de protección comunitaria frente a los efectos negativos de esta relación de dependencia energética. Y es que, a la par que bloqueaba la propuesta del paquete de sanciones, el gobierno de Fico demandaba garantías a Bruselas contra las implicancias negativas del plan de desvinculación energética total del 2028. Esto condujo a semanas de negociación entre ambas partes, con el objetivo de alcanzar un acuerdo que satisficiera los intereses de Bratislava y Bruselas.
Finalmente, el gobierno eslovaco obtuvo un compromiso escrito por parte de Ursula Von der Leyen y aprobado por todos los Estados miembros de la Unión Europea. El 17 de julio, el primer ministro Fico anunció que había recibido garantías por parte de la Comisión Europea de asistencia frente a la escasez de gas o a los aumentos repentinos en los precios de la energía, así como apoyo frente a posibles reclamaciones por parte del proveedor ruso de gas: Gazprom. A través de sus redes sociales, Fico señaló: “En este punto, sería contraproducente seguir bloqueando el 18.° paquete de sanciones mañana”.
Sin embargo, esto significa que Bratislava se ha alineado completamente con Bruselas. Aún persisten las discrepancias en torno al plan de desvinculación energética total para 2028. No obstante, Eslovaquia ya cuenta con garantías necesarias para haber dado luz verde al paquete de sanciones el 18 de julio. Como expresó el primer ministro Robert Fico: “El gobierno eslovaco y la Comisión han acordado otras garantías internas, lo que no cambia nada en que nunca vamos a apoyar la propuesta de parar el flujo de gas ruso desde enero de 2028”. Esto evidencia la importancia central que el suministro de gas ruso tiene en los cálculos geopolíticos y de política exterior de Eslovaquia.
Así lo declaró el primer ministro, a través de un vídeo publicado en su perfil de la red social Facebook: “Insto a nuestros representantes en la Unión Europea a que emitan el 18.° paquete de sanciones mañana. Inmediatamente después, comienza la segunda etapa de nuestra lucha con la Comisión Europea sobre el asunto del gas ruso. Tenemos un plan claro para satisfacer nuestros intereses nacionales”. De este modo, el gobierno de Bratislava deja en evidencia que, gracias a las garantías de seguridad ofrecidas por Bruselas, y pese a las posibles consecuencias adversas del 18.° paquete de sanciones, existe una estrategia desde la cancillería eslovaca, orientada a la protección de los intereses energéticos del país. Asimismo, el canciller eslovaco Juraj Blanár señaló que, desde el punto de vista de Eslovaquia, las sanciones no son la solución para resolver el conflicto y que estas ponen en riesgo a los Estados.
Que el conocimiento no se extinga.