En una elección apretada, Donald Trump ha superado los 270 votos del Colegio Electoral, asegurando su retorno a la presidencia de los Estados Unidos, marcando un hito al convertirse en el segundo presidente con dos mandatos no consecutivos desde Cleveland.
La contienda fue una de las más intensas de las últimas elecciones. Trump, quien había perdido ante Biden en 2020, recuperó su base de apoyo en estados clave, conocidos como swing states, resultaron decisivos para su triunfo. Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania y Wisconsin, entre otros, se inclinaron esta vez hacia el candidato republicano, ayudándolo a alcanzar la mayoría. Estos estados, que en 2020 habían favorecido a los demócratas, fueron determinantes para la victoria de Trump.
Trump centró sus mensajes en la economía y la seguridad fronteriza, temas que resonaron con amplios sectores de la población. A medida que los resultados se fueron revelando, se evidenció que Trump había recuperado la ventaja en territorios fluctuantes y que suelen definir la elección (swing states). Los analistas destacaron a Pensilvania y Georgia, que resultaron en un cambio decisivo, fortaleciendo la imagen de Trump con respaldo en la región del Medio Oeste y Sur.
Su historial de conflictos legales y sus discursos controvertidos no impidieron su ascenso. Algunos sugieren que estas controversias pudieron haber favorecido su imagen de “outsider” dispuesto a desafiar el sistema. Con un discurso en Florida al autoproclamarse vencedor, Trump agradeció a sus seguidores y votantes, prometiendo iniciar “una nueva edad de oro”.
Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones, Kamala Harris optó por guardar silencio mientras el panorama internacional reaccionaba de inmediato. En América Latina, figuras afines a Trump, como Bukele en El Salvador y Milei en Argentina, mostraron su entusiasmo. Bukele envió un mensaje amistoso resaltando la relación entre ambos países, mientras que Milei felicitó a Trump en redes sociales, reafirmando su apoyo a su política estadounidense.
En Europa, la respuesta fue mixta y cuidadosa. Scholz, canciller alemán, se comprometió a seguir colaborando para mantener la estabilidad, aunque reconoció los desafíos que puede traer su administración. Macron, presidente de Francia, destacó su disposición a trabajar en conjunto, enfatizó la importancia de cooperar para la paz y prosperidad. Meloni, primera ministra italiana, expresó entusiasmo, describiendo a sus naciones como “hermanas”.
En Medio Oriente, Netanyahu, primer ministro israelí felicitó a Trump, viendo su retorno como una oportunidad para fortalecer la alianza con Israel. Hamás, mostró escepticismo, cuestionando si Trump podrá cumplir sus promesas de paz. En Ucrania, Zelenski confió en que con su apoyo continuaría en su lucha contra Rusia.
El republicano ha reafirmado varias propuestas para su segundo mandato. Entre ellas, su intención de intensificar las políticas migratorias, con masivas deportaciones y aprovechando la Ley de Enemigos Extranjeros para expulsar a quienes considera amenazas. Ha también anunciado aranceles agresivos contra países como China, para proteger la economía estadounidense y reducir el déficit comercial. En política exterior, ha reiterado su intención de poner fin a “guerras interminables”, declarando que resolverá el conflicto Rusia-Ucrania rápidamente. Si hablamos de energía, Trump planea incrementar la producción nacional de petróleo y gas, suspendiendo normativas que, según él, perjudican la industria energética y generan mayores costos para los ciudadanos.
Con la victoria republicana en el senado, Trump vuelve a tener mayoría, facilitando la implementación de su agenda. Esto abre la puerta para que sus propuestas y reformas, se ejecuten sin bloqueos por parte de la minoría demócrata.
A sus 78 años, Trump promete liderar con una visión “fuerte y centrada” en sus objetivos que en su mandato anterior, buscando consolidar su legado en la historia norteamericana. Con un Congreso que apoya su programa, se espera que tome un camino firme en políticas internas y externas, redefiniendo las prioridades de Estados Unidos en los próximos cuatro años.
Que el conocimiento no se extinga.