Una serie de drones rusos sobrevolaron el cielo polaco el pasado miércoles 10 de septiembre. Esta operación es el primer gran ataque ruso contra un país miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, y se produjo en el contexto de la escalada de tensiones entre Rusia y Occidente luego de la cumbre entre Trump y Putin el pasado 15 de agosto.
A raíz de esta maniobra rusa, Varsovia decidió invocar el artículo 4 del Tratado constitutivo de la OTAN. Este artículo fue invocado en el pasado por los países bálticos: Estonia, Letonia y Lituania, luego de que Rusia invadiera a Ucrania. El artículo 4 dispone que, en caso de que un miembro de la Organización sienta que su integridad territorial ha sido vulnerada, podrá consultar con los demás Estados miembros sobre las medidas a tomar a futuro. Es un paso previo al Artículo 5, que comprende una respuesta militar en caso de ataque directo a algún miembro de la OTAN.
La condena de Donald Trump y varios líderes europeos no se hizo esperar. “Rusia está violando el espacio aéreo de Polonia", señaló el Presidente de los Estados Unidos. Joseph Borrell, antiguo Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, afirmó que no se va a dejar amedrentar por Moscú. “Rusia tiene un Ejército y nosotros 27", señaló el exfuncionario.
Este movimiento ruso a través de Bielorrusia arroja dudas inquietantes sobre los próximos pasos de Moscú. La República de Moldavia, país vecino de Rumania y Ucrania, parece estar en la mira de Vladimir Putin. Para Moscú, este pequeño país que, al igual que Ucrania es una ex república soviética, parece ser la presa perfecta. Dado que Moldavia no es miembro de la OTAN, Estados Unidos no estaría obligado a responder en caso de que Rusia realice una invasión similar a la que realizó contra Ucrania.
Maia Sandu, Presidenta de Moldavia, manifestó en el pasado la intención de su país de ingresar al esquema de seguridad colectiva de la OTAN. Su objetivo como ex república soviética de alejarse de la zona de influencia de Moscú, al igual que Ucrania y Georgia, puso a Moldavia en una encrucijada entre Rusia y la OTAN.
En paralelo, la OTAN prepara su respuesta a los ataques rusos. La defensa que preparó la Organización del Atlántico Norte se denominó Operación Centinela. En este contexto, los rumores sobre una posible escalada militar no hacen más que crecer. La decisión de varios países de Europa de instaurar el servicio militar obligatorio y las recomendaciones de los ministros de Defensa, Interior y Seguridad a la población sobre medidas a tomar en caso de futuros desastres son solo algunos ejemplos de un clima de época consciente de los desafíos que encarna el futuro.
¿Será este el preludio de un enfrentamiento bélico entre Rusia y la OTAN? ¿Se convertirá Moldavia en otra Ucrania? ¿Cuál será el rol que jugará Bielorrusia en un posible enfrentamiento? ¿El futuro europeo está destinado al conflicto? Estos son algunos de los interrogantes que surgieron luego del ataque con drones del 10 de septiembre.
Para obtener una respuesta más esclarecedora es necesario estar atento al desarrollo de los acontecimientos. Sólo una cosa es segura: el futuro estará marcado por la incertidumbre, la estabilidad europea ya es cosa del pasado.
Que el conocimiento no se extinga.