El Dalái Lama, Tenzin Gyatso, inició el sábado 12 de julio un viaje de alto contenido espiritual y geopolítico a la región de Ladakh, en la India. El viaje se enmarca en su 90º cumpleaños, pero también en un intento por parte de Gyatso de reafirmar su soberanía y derechos como líder.
Desde Beijing sostienen que la sucesión del líder espiritual debe regirse por las leyes del Estado Chino, ya que la meseta Tibetana forma parte integrante de su territorio. Sin embargo, el Dalái Lama afirmó ante cientos de monjes, en Dharamshala, que habrá sucesión después de su muerte y que ésta sólo estará ligada a las tradiciones del budismo tibetano.
¿Quién es el Dalái Lama?
El budismo considera al Dalái Lama como la manifestación del santo patrón del Tíbet, conocido como Avalokiteshvara o Chenrezig. Los seguidores de esta religión creen que todos renacerán después de la muerte, pero que aquellos con un nivel elevado de espiritualidad pueden decidir cuándo y dónde renacerán.
En cuanto al Dalái Lama, la comunidad budista cree que su alma renace una y otra vez, y que cada Dalái Lama a lo largo de la historia representa la continuidad de un único espíritu.
Tenzin Gyatso, quien nació con el nombre de Lhamo Dhondub, fue reconocido a los dos años de edad como el sucesor del Dalái Lama. Proveniente de una familia pobre de campesinos, nació en 1935 a las afueras de las fronteras del Tíbet. Dos años después, en 1937, fue identificado como la reencarnación de los 13 anteriores Dalái Lamas y reconocido formalmente como el número decimocuarto Dalái Lama. En 1959, nueve años después de que el Partido Comunista Chino tomó el control del territorio tibetano, se vio obligado a exiliarse en la India, donde permanece hasta el día de hoy.
Ganador del Premio Nobel de la Paz, renunció formalmente al puesto de líder político del gobierno tibetano en el exilio en 2011. Desde entonces, se ha mantenido únicamente como líder espiritual del budismo, aunque el gobierno chino lo tilda de “separatista”.
Declaraciones recientes del Dalái Lama
Recientemente, el Dalái Lama emprendió un viaje hacia el Himalaya indio con el motivo de su cumpleaños número 90, pero también en un contexto de disputa geopolítica con China, marcada por el anuncio de su sucesión, que podría ubicar la reencarnación de su alma fuera del territorio chino.
El líder espiritual tibetano salió de Dharamsala, donde reside en el exilio desde 1959, en una caravana compuesta por decenas de vehículos de seguridad y acompañado por monjes cercanos. Posteriormente fue trasladado en un avión de las Fuerzas Aéreas Indias hacia Leh, la capital regional. Para el traslado las autoridades indias desplegaron el Protocolo “Z-Plus”, el máximo nivel de protección militar, que incluye escoltas armadas y vigilancia reforzada.
El Dalái Lama se refirió a su viaje como parte de su mensaje de “compasión y bondad”, y afirmó que la puesta en práctica de esos valores sería el mayor regalo de cumpleaños que sus seguidores podrían ofrecerle.
Sin embargo, el contenido del viaje trasciende lo religioso, y se sitúa en el plano de lo político, al incluir entre sus destinos la región de Ladakh. Esta ciudad, ubicada al noreste de la India pero controlada por China, ha sido escenario de enfrentamientos entre ambos países en los últimos meses.
Para diversos analistas políticos, la presencia del Dalái Lama en esta región, simboliza un rechazo por parte de Nueva Delhi a la postura de Beijing de tildar de “separatista sin legitimidad” a Gyatso. No obstante, el gobierno indio afirmó que mantiene una postura de “neutralidad” y de “no intervención en asuntos religiosos”.
El epicentro de las fricciones se produjo el 2 de julio, cuando el Dalái Lama anunció la continuación del linaje y, con ello, su sucesión. En ese mismo anuncio afirmó que Gaden Phodrang, su fideicomiso, tiene la autoridad exclusiva para reconocer la futura reencarnación.
Esta decisión contradice la “Orden Número 5” de China, una norma mediante la cual el gobierno establece que la reencarnación de figuras religiosas debe ser aprobada por el gobierno del Partido Comunista Chino (PCC). A esto se suma la aprobación, en Estados Unidos, de una Ley de Política y Apoyo al Tíbet, que amenaza con imponer sanciones a cualquier funcionario chino que interfiera en el libre proceso sucesorio, llevando la cuestión a un plano internacional.
El debate sobre la sucesión del Dalai Lama se ha convertido en uno de los principales focos de tensión internacional. La defensa de sus derechos sucesorios por parte de Gyatso, el simbólico respaldo de India y la postura intransigente de China podrían derivar en la existencia de dos líderes simultáneos, uno reconocido por la comunidad budista, pero en el exilio, y otro aprobado por el gobierno chino, establecido en el Tíbet.
Que el conocimiento no se extinga.