Se realizó la cumbre anual del MERCOSUR el pasado 2 y 3 de julio. En esta oportunidad, los Jefes de Estado de los cuatro países miembros (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) se dieron cita en Buenos Aires, capital de la República Argentina. Javier Milei, Presidente argentino, ejerció como anfitrión en una cumbre que se produce en medio de una fragmentación política regional, que contrasta con la relativa unidad de años anteriores.
Al igual que en ocasiones pasadas, los debates en la cumbre giraron en torno a la liberalización del comercio y la concreción de acuerdos de libre comercio con otros organismos internacionales, como la Unión Europea o la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA). Con este último, se firmó el miércoles 2 de julio un tratado que establece el libre comercio entre ambos bloques. El acuerdo se da en un contexto del estancamiento de las negociaciones para concretar el tratado de libre comercio con la Unión Europea.
En medio de la ola arancelaria impulsada por Donald Trump: una serie de medidas que buscan trastocar el orden liberal de comercio que se introdujo luego de los Acuerdos de Bretton Woods. Para una unión aduanera como el MERCOSUR, estas medidas anunciadas por Trump significarán el inicio de una nueva era, que comprenderá un fortalecimiento de los regionalismos. Por lo tanto, concretar consensos hacia dentro del MERCOSUR resulta indispensable para su desarrollo futuro.
Sin embargo, este organismo ha experimentado tensiones y discusiones internas en los últimos años que pusieron en peligro su continuidad. Luego de la asunción de Javier Milei, la aparente armonía en la política sudamericana se quebró completamente.
El liderazgo rupturista del líder argentino, que se ausentó de la cumbre del año pasado, revolucionó la política exterior argentina. La cosmovisión libertaria del Presidente Milei y su apuesta por la apertura de la economía argentina y la liberalización de su comercio chocan con el proceso de integración que busca desarrollar el MERCOSUR.
Además, este liderazgo se contrapone claramente al de Lula Da Silva, Presidente brasileño, que busca una dirección regional que le permita proyectarse como una potencia intermedia en el plano internacional. La decisión del Primer mandatario brasileño de visitar a la ex Presidenta argentina Cristina Fernández causó mucho malestar en el gobierno argentino.
Este enfrentamiento diplomático entre las dos economías principales del bloque y la región sudamericana puede herir fuertemente al MERCOSUR si no se producen negociaciones serias en los próximos años.
Que el conocimiento no se extinga.