Esta medida consistió en un decreto, el primero en este país en décadas, en el que se detallaba la prohibición de todo tipo de actividades políticas, reuniones civiles y difusión de fake news. En palabras del mandatario, el objetivo era evitar que el país se hundiera ante las fuerzas antiestatales “pronorcoreanas” que estaba ejerciendo la oposición.
El Partido Democratico (PD), partido opositor, era el blanco de su decisión ya que, durante su discurso, no mencionó ningún ataque o amenaza proveniente de Corea del Norte. Es importante remarcar que el PD, el cual cuenta con mayoría en la Asamblea Nacional, había aprobado, recientemente, una ley de presupuesto limitado y, además, había presentado más de veinte mociones de censura contra funcionarios del gobierno oficialista.
El accionar de Yoon Suk Yeol generó respuestas turbulentas por parte de parlamentarios, tanto de oficialistas como de opositores, quienes calificaron los dichos del mandatario como ilegales e inconstitucionales. Por su lado, la población surcoreana también acudió a las calles pidiendo a viva voz la impugnación del líder surcoreano. Esta situación generó el despliegue de militares y policías, quienes rodearon la sede parlamentaria y decretaron el respeto a la ley marcial mientras continúe vigente.
Frente a este escenario, el líder de la oposición, Lee Jae-myung, solicitó que se realice la votación en contra del decreto. A su vez, legisladores oficialistas del Partido del Poder Popular (PPP), también votaron en contra de ella. De esta manera, se obtuvo una votación unánime a favor de la derogación de la Ley Marcial. La ley surcoreana establece que, en caso de que una mayoría en el Parlamento exija el levantamiento de la Ley Marcial, el gobierno debe hacerlo. Luego de pasadas seis horas de la declaración, el presidente anunció en televisión que rectificaba su decisión anterior.
A pesar de ser compleja, es importante conocer la situación política actual de Yoon Suk Yeol para intentar comprender las razones de tan repentina decisión.
Yoon Suk Yeol es un exfiscal conservador que llegó al poder ejecutivo en 2022 tras ganar las elecciones por un margen muy estrecho (-1%) al candidato opositor Lee Jae-myung. Su antecesor, Moon Jae-in, era un presidente de tinte literal cuya línea ideológica progresista había generado descontento en la población surcoreana. Por lo tanto, se entiende que, en términos de accountability vertical, la victoria política del actual mandatario no fue concebida por el apoyo popular que poseía sino que funcionó como un castigo para el ex presidente por sus ideas de “izquierda”.
El actual líder político surcoreano recibió a un país golpeado por la pandemia del COVID-19, dividido por casos de corrupción y en un contexto de lucha por la igualdad de género. A su vez, el mercado laboral estaba en un estado de hipercompetencia y los precios de las viviendas eran altísimos. No obstante, tras dos años de gestión, la situación no mejoró. El índice de aprobación en las encuestas no ha hecho más que descender.
El mandatario es considerado un líder divisivo y confrontativo debido a que se enfrenta constantemente con la oposición en vez de trabajar para generar consensos y proyectos en común. En repetidas ocasiones acusó a la oposición de intentar llevar a cabo golpes de Estado a una “democracia libre” como es Corea del Sur. También realizó demandas judiciales a periodistas opositores por considerar que se encargan de difundir fake news y desinformar.
Asimismo, el líder político fue acusado de abusar de poder, utilizándolo a su favor en diferentes escenarios para no ser investigado por delitos, como la muerte de un marino en 2023. Su esposa, Kim Keon Hee, también está involucrada en varios actos ilícitos y fue beneficiada por el poder de su marido. Entre los delitos de su mujer, destaca la polémica por haber recibido una bolsa Dior valorada en 2,200 USD como regalo, según revelaron imágenes captadas por una cámara espía. Este hecho desató una fuerte controversia en la Asamblea Nacional, sumado a las acusaciones contra Kim por su presunta participación en una trama de manipulación de precios de acciones antes de las últimas elecciones. A pesar de que la oposición logró aprobar un proyecto de ley para nombrar a un fiscal especial que investigue el caso, Yoon ejerció su veto sobre la medida.
Finalmente, desde que asumió el cargo, la relación con Corea del Norte descendió como nunca en su historia. El mandatario surcoreano ha tomado decisiones desafiantes que aumentan la tensión con su vecino. Corea del Norte, actualmente, posee una postura belicista colaborando con Rusia y desarrollando armas nucleares, observando a Corea del Sur como un enemigo y no como un socio con el cual firmar un tratado de paz.
Es innegable que la declaración de la Ley Marcial ha impactado directamente en la reputación que la democracia surcoreana posee.
Durante el suceso, el Gobierno de Estados Unidos anunció que Washington no recibió un aviso con antelación sobre la declaración de la Ley, y clasificó los acontecimientos como preocupantes. A continuación, el portavoz adjunto, Vedant Petal, mencionó en rueda de prensa que el secretario de Estado, Antony Blinken, seguía de cerca el hecho, y recordó la firme unión que existe entre el Estado nortemaricano y Corea del Sur, el cual es un socio vital en el Indo-Pacifico y espera que las disputas políticas se resuelvan de manera pacífica y conforme al Estado de derecho.
Es importante mencionar que Estados Unidos posee una base militar importante ubicada en Pyeongtaek, la cual está conformada por un personal civil y militar de 41.000 personas. De esta manera, los cambios en la nación surcoreana podrían provocar graves consecuencias en Estados Unidos en materia económica y geopolítica.
En la misma línea, el portavoz del primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, también había realizado declaraciones al respecto, afirmando que seguía de cerca la evolución de los acontecimientos. El Ministerio de Asuntos Exteriores, por su lado, había solicitado a los ciudadanos británicos en Seúl que siguieran el consejo de las autoridades locales sobre evitar las manifestaciones políticas. Estos dichos del gobierno britanico son sumamente relevantes debido a que, el año anterior, el presidente surcoreano se encontraba realizando un discurso ante el Parlamento britanico, elogiando al Estado debido a que dio origen a la democracia liberal. Además, en el encuentro, prometió unirse a Reino Unido en cuanto a la promoción de los valores de la libertad, la paz y la prosperidad.
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, estrecha la mano del presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, al inicio de su reunión cumbre, el 21 de mayo de 2022, en Seúl, Corea del Sur.
Crédito: Adam Schultz/Fotografía de la Casa Blanca.
Es importante conocer la historia de Corea del Sur para comprender el rápido accionar de la población respecto a la realización de manifestaciones para hacerse oír y reclamar sus derechos.
Luego de la independencia surcoreana de Japón tras la Segunda Guerra Mundial, asumió Syngman Rhee como primer presidente de la República. Sin embargo, debió exiliarse en 1960 por una revuelta estudiantil. Su sucesor, Yun Po-sun fue derrocado por un golpe de Estado tras encontrarse menos de dos años en el cargo. Este golpe fue encabezado por Park Chung Hee, quien gobernó durante 18 años.
Park consideraba que Corea necesitaba un gobierno fuerte, por lo que formó el Consejo Supremo para la Reconstrucción Nacional (CSNR) con él como presidente. Desde allí llevó a cabo ciertas políticas con foco en generar un país con base industrial que funcionará para defenderse de Corea del Norte sin requerir de ayuda extranjera ya que, algún día, esta podría desaparecer. En este periodo Corea alcanzó la madurez económica aunque el dictador nunca logró posicionarse como una autoridad legítima, generando que se desarrollen diversas protestas en su contra. Finalmente, fue asesinado por su aliado Kim Chae Gyu.
El sucesor de Park, Chun Doo-hwan, entró en una era de agitación que dejó una marca imborrable en la mente política de la nación. Mediante un golpe de Estado, en 1979 tomó el poder y declaró la ley marcial, secuestrando a opositores, prohibiendo actividades políticas, censurando a la prensa y cerrando universidades. Las manifestaciones prodemocráticas surgidas en la ciudad de Gwangju en contra de la Ley culminaron con el Ejército, enviado por el dictador, asesinando a 200 personas aproximadamente. Desde ese entonces, gobernó hasta 1988 utilizando la fuerza de manera severa. Nuevas protestas llevadas a cabo de manera masiva generaron la obligación de permitir la celebración de elecciones presidenciales abiertas. En 1990 fue procesado por el golpe y condenado a muerte, aunque luego fue indultado.
Tras haber vivido esta experiencia, Corea del Sur se convirtió en una democracia sólida con libertad de expresión y celebración de elecciones libres. Antes del 3 de noviembre, aquella declaración de Chun Doo-hwan había sido la última vez que se había establecido la ley marcial en el territorio. Por esta razón, la decisión del presidente actual de Corea, a pesar de haber existido solo algunas horas, pudo haber reabierto una herida que la población surcoreana jamás podrá cerrar totalmente ya que recuerda el terror que el régimen militar impuso en la sociedad alguna vez en su historia.
Los miembros del partido opositor consideran que el presidente surcoreano debe dimitir o ser destituido. De un total de 300 legisladores que conforman la Asamblea Nacional, luego del suceso del día anterior, 188 asistieron a la sesión plenaria realizada el 4 de diciembre. Allí se informó sobre la moción para comenzar el proceso de juicio político a Yoon Suk Yeol. Los legisladores del partido oficialista no asistieron a la sesión en protesta de esta moción, ya que la oposición requiere del apoyo de 200 de los 300 escaños del Parlamento. Por lo tanto, el PD necesitará del apoyo de algunos miembros del PPP para su aprobación. La normativa establece que la votación de la misma debe realizarse dentro del plazo de 72 horas, por lo que la moción podría ser votada el día viernes o sábado de esta semana.
No obstante, intelectuales consideran que el presidente no dimitirá ya que su decisión ha sido una jugada política que cumplió con las reglas que estipula la constitución surcoreana. Además, el mandatario tiene como punto a favor que no generó ninguna resistencia a retractar su posición cuando consideró que era pertinente. Otras acciones más violentas podrían haberse realizado si el presidente realmente hubiera deseado tomar el poder por la fuerza y acabar con la democracia.
Frente a este escenario, es pertinente recordar la obra de Francis Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, en la que cataloga a las democracias liberales como "triunfales" tras la caída del comunismo. Esto nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: El suceso ocurrido en Corea del Sur, ¿Evidencia la solidez de la democracia surcoreana o, por el contrario, su posible decadencia?
Que el conocimiento no se extinga.