El pasado martes 3 de junio de 2025, se celebraron en Corea del Sur elecciones presidenciales anticipadas, debido a la situación política del país. El actual presidente Lee Jae-myung, que forma parte del Partido Democrático, superó a su oponente Kim Moon Soo del Partido Conservador con una diferencia aproximada de tres millones de votos.
Las elecciones registraron una participación del 78 %, el nivel más alto alcanzado desde 1997. Estuvieron marcadas por una intensa movilización ciudadana frente a la crisis política desatada en diciembre de 2024, cuando el entonces presidente Yoon Suk-yeol declaró la ley marcial, sumiendo al país en un clima de incertidumbre y turbulencia.
La orden de declarar la ley marcial, aunque revocada en cuestión de horas, desató la mayor crisis política en Corea del Sur en décadas. Esta medida sin precedentes sumió al país en un estado de inestabilidad institucional, en un contexto ya complejo por la recesión económica, el aumento de la desigualdad de ingresos y las crecientes dudas sobre el compromiso de seguridad de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.
No fue sino hasta principios del pasado abril que Yoon Suk-yeol fue destituido oficialmente por el Tribunal Constitucional. Actualmente enfrenta cargos por alta traición, que podrían derivar en una sentencia de cadena perpetua.
Por su parte, la oposición fue liderada por Lee Jae-myung, un ex abogado de derechos humanos de 61 años y figura destacada del Partido Demócrata, de centroizquierda. Tras dos intentos fallidos de llegar a la presidencia, Lee encabezó la campaña para la destitución de Yoon, consolidándose como una figura polarizadora dentro de la política surcoreana. A pesar de enfrentar varios procesos judiciales —incluidos cargos por soborno y su presunta implicación en un escándalo inmobiliario— los tribunales decidieron postergar las audiencias hasta después de las elecciones, permitiéndole postularse. Lee ha negado todas las acusaciones, calificándolas como persecución política.
En Corea del Sur, el presidente electo por mayoría simple tiene un mandato único de cinco años. Se trata de una figura con amplios poderes: es jefe de Estado y de Gobierno, comandante en jefe de las fuerzas armadas, y puede dictar decretos presidenciales con fuerza de ley. Por ello, la victoria de Lee tendrá importantes repercusiones en las relaciones exteriores del país, especialmente con China, Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, la profunda división política generada por la gestión de Yoon se perfila como un desafío que acompañará a Lee desde el inicio de su mandato, que comenzó sin el tradicional período de transición de dos meses. En sus discursos de campaña, el nuevo presidente prometió revitalizar la economía, reducir la desigualdad y superar la polarización interna.
Lee defiende una política exterior pragmática, orientada a preservar la alianza con Estados Unidos y la cooperación con Japón, al tiempo que propone distender la relación con Corea del Norte, alejándose del enfoque confrontativo de su antecesor. Aunque ha expresado su voluntad de reanudar el diálogo con Kim Jong-un, reconoció que será “muy difícil” lograr avances en el corto plazo. En este contexto, su elección no sólo inaugura una nueva etapa política en Corea del Sur, sino que también podría tener implicancias relevantes en el escenario regional.
Que el conocimiento no se extinga.