Durante el 76° periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, se aprobó por consenso decretar cada 24 de junio como día internacional de la Mujer en la Diplomacia, en el marco de la Agenda 2030. En este sentido, la resolución A/RES/76/269 invita a todos los Estados miembros de la ONU, Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), instituciones académicas y asociaciones de mujeres a conmemorar y visibilizar el rol de la mujer en la diplomacia.
El mundo de la diplomacia ha sido tradicionalmente un espacio dominado por el poder masculino, en donde los hombres ejercían la toma de decisiones y su influencia en un conflicto o negociación. Las escasas excepciones que muestran la presencia femenina en este ámbito ocurrían cuando un Estado era dirigido por una mujer, tal es el caso de reinas y emperatrices. No fue hasta principios del siglo XX que los cuerpos diplomáticos de los países comenzaron a estar formados por algunas mujeres.
Al principio, el personal femenino en las cancillerías ocupaba más que nada puestos como administradoras, secretarias y archivistas. Si bien se aceptaba la presencia de las mujeres en el ámbito de la diplomacia, el ingreso estaba condicionado por su estado civil: las aplicantes debían ser solteras y no tener hijos, y sus oportunidades eran limitadas. Durante la década de 1970, con la segunda ola feminista, algunos gobiernos designaron a mujeres en roles de autoridad, como embajadoras o presidiendo misiones diplomáticas.
Hasta 2024, sólo el 21% de los representantes y embajadores a nivel mundial eran mujeres. América y Europa son los continentes con mayor proporción de presencia femenina en sus cuerpos diplomáticos, con el 28% y 27%, respectivamente. Asimismo, los sectores gubernamentales en donde las mujeres ocupan más roles son los de Educación e Infancia, sectores culturalmente asociados a la mujer, a diferencia de otros ámbitos como Relaciones Exteriores y Defensa. Entre 1992 y 2019, el 13% de las personas negociadoras en conflictos fueron mujeres.
Estos datos demuestran que, si bien la mujer adquiere cada vez mayor visibilidad y protagonismo en distintas áreas, el mundo de la diplomacia continúa con una baja representación femenina. Varios estudios prueban que cuando las mujeres ocupan cargos en organismos ejecutivos y legislativos, se suman más perspectivas al proceso de toma de decisiones, haciendo más eficaz la gobernanza.
Por eso, queda mucho trabajo por hacer. El 24 de junio nos recuerda que la participación femenina en la diplomacia es fundamental para gestionar procesos de paz y tender puentes entre los distintos actores globales. Es un aspecto más, pero no por eso menos importante, del empoderamiento de la mujer y de la igualdad de género.
Que el conocimiento no se extinga.