En una época en la que la historia era escrita, mayoritariamente, por y para hombres, la baronesa alemana Frederika Charlotte Riedesel logró plasmar una mirada inédita sobre uno de los conflictos fundacionales de Estados Unidos. Su obra del siglo XVIII, Letters and Journals Relating to the War of the American Revolution and the Capture of the German Troops at Saratoga (Cartas y diarios sobre la guerra de la revolución americana y la captura de las tropas alemanas en Saratoga), es considerada el primer testimonio bélico contado por una mujer.
Los escritos de Riedesel relatan los acontecimientos militares más relevantes de la guerra de independencia estadounidense, describen con viveza las personalidades de sus protagonistas y reflexionan sobre las consecuencias humanas del conflicto. Sin embargo, su mirada no fue solo la de una cronista: estuvo personalmente implicada en la batalla de Saratoga, donde se refugió junto a sus hijas en la bodega de la Casa Marshall durante el ataque que marcó la derrota británica.
Más de un siglo después, y en un contexto social distinto pero aún profundamente desigual, las mujeres comenzaron a reclamar su lugar en el periodismo. En las últimas décadas del siglo XIX, voces como la de Jane Grey Swisshelm irrumpieron en el campo político, consiguiendo autorización para entrar a la galería de prensa del Congreso de los Estados Unidos. Por su parte, Margaret Fuller cubrió noticias internacionales y sentó las bases para el rol de las corresponsales en el exterior.
A finales del mismo siglo, Nellie Bly revolucionó el periodismo de investigación con sus reportajes encubiertos para el New York World, mientras que Sarah Catherine Fraley Hallowell dirigía publicaciones como The New Century for Women (El nuevo siglo para mujeres), centradas en los derechos laborales y sociales de las mujeres. En una época en la que a las periodistas se las incluía solo en temas de moda y hogar, figuras como Ina Eloise Young rompieron ese molde: en 1908 se convirtió en la única mujer en cubrir la Serie Mundial de Béisbol, desde su puesto como editora deportiva en Colorado.
El siglo XX también fue testigo de incursiones femeninas en los nuevos medios. Jennie Irene Mix, crítica musical y editora radial, fue una de las pocas mujeres que ocuparon cargos relevantes en la radio de los años 20. Su trabajo en Radio Broadcast marcó un paso adelante en la representación femenina en los medios sonoros.
En el caso de Argentina, la pionera fue Petrona Rosende, quien en 1830 fundó La Aljaba, un periódico dirigido por y para mujeres. En tiempos de exilio, publicado en Montevideo, este medio fue una plataforma de expresión política y social. Su consigna “Nosotras tenemos derecho a levantar la voz en los asuntos que interesan a la patria” sigue resonando casi dos siglos después.
A pesar de estos logros, los datos actuales evidencian que la igualdad todavía está lejos. Un informe de 2014 del Women's Media Center (Centro de medios de mujeres) reveló que solo el 36% del personal en redacciones estaba compuesto por mujeres, un porcentaje estancado desde 1999.
La historia de las mujeres en el periodismo y en la crónica de los grandes sucesos del mundo es también una historia de lucha, de voces que resistieron el silencio impuesto. Desde las trincheras del siglo XVIII hasta los medios del siglo XXI, esas voces no solo informaron: también abrieron caminos.
Que el conocimiento no se extinga.