Desde el 10 de diciembre de 2023, cuando Javier Milei asumió el cargo de Presidente de la Nación Argentina, el panorama político nacional sufrió un cambio radical. El Presidente, autoproclamado libertario se declaró líder en la lucha mundial contra el comunismo. En este contexto, decidió enfrentarse a través de redes sociales con Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España y Lula da Silva, Presidente de Brasil. Ambos mandatarios gobiernan países que mantienen estrechos lazos culturales, políticos y comerciales con Argentina.
A finales de octubre de 2024 el Presidente Javier Milei anunció que le había exigido a Diana Mondino, en ese momento Ministra de Relaciones Exteriores, la renuncia a su cargo. ¿El motivo? El entonces Canciller habría aprobado un voto en la Asamblea General de Naciones Unidas condenatorio del bloqueo a Cuba. Prácticamente la totalidad de la Comunidad Internacional, representada en la Asamblea General, votó a favor de Cuba, a excepción de Estados Unidos e Israel. Estos dos países —con los que Milei busca sellar una Alianza estratégica— comparten, en palabras del Presidente de la Nación, los valores del gobierno libertario.
La lealtad de Milei al Estado de Israel lo llevó a convertirse en el único Jefe de Estado en visitar el país el junio pasado, tan solo días antes del estallido del conflicto entre Irán e Israel. Este acercamiento de Milei hacia el gobierno israelí se produce en medio de un aislamiento internacional sin precedentes para el país hebreo. La catastrófica situación en la Franja de Gaza y las acciones extremistas de funcionarios del gobierno de Netanyahu no impidieron a Milei convertirse en el único Jefe de Estado en realizar una visita oficial a Israel este año.
ONU - Asamblea General
Estos cambios implementados por Milei ponen a la Argentina en una posición complicada ante la Comunidad Internacional. La retirada del país del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la negativa de la Administración Milei de adherir a iniciativas propuestas por dicho organismo, como el Pacto 2045, ponen a la Argentina en una situación compleja en términos de soft power. Estás acciones demuestran poco compromiso de la Presidencia de la Nación con el multilateralismo y los foros internacionales de diálogo y cooperación.
Hoy en día el Presidente Milei busca romper ese legado de política exterior de la Argentina. Más allá de renunciar a las principales banderas de la diplomacia argentina —no injerencia en conflictos externos, respeto por los derechos humanos y la democracia— este cambio de rumbo en la política exterior puede tener consecuencias concretas sobre todo en relación a la causa Malvinas. Prácticamente la totalidad de la Liga de Estados Árabes apoyan el reclamo argentino por las Islas. Aunque es improbable que modifiquen su postura, la total aceptación por parte del gobierno argentino de la incursión israelí en Gaza puede cambiar la percepción que estos países tengan de Argentina y su política exterior.
En política internacional, cuesta años construir una confianza que puede destruirse en cuestión de días y no ser reconstruida jamás. Si bien es muy pronto para evaluar la política exterior de la gestión de Milei, es evidente que estás medidas tendrán consecuencias a futuro. Será la labor de los diplomáticos del mañana fortalecer la política exterior de nuestro país.
Que el conocimiento no se extinga.