Al hablar de Sahara Occidental nos referimos al territorio de más de 266 km2 que se encuentra en el extremo atlántico del desierto del Sahara. Por sus características geográficas, la región ha carecido de importancia estratégica a lo largo de la historia, teniendo una población autóctona principalmente nómade principalmente árabe: Los Saharaui.
Para comprender el conflicto territorial en la actualidad, es importante entender la historia de la región y ver cómo se llegó a los reclamos modernos. Al ser un terreno desértico e inhóspito, fue subyugado durante los siglos VIII a XIX por distintos imperios africanos subsaharianos (como el caso de Mali) o árabes, provenientes del Magreb, como el sultanato de Marruecos. No sería hasta 1860 que entraría España, una potencia menor que quería sumarse al reparto europeo de África, al territorio sahariano, venciendo a Marruecos en la Guerra de África de 1859.
De este modo, España tomó control del territorio, fundando colonias en el límite con Marruecos y siendo reconocido como soberano por el Congreso de Berlín a la hora de repartir África. España buscó construir puertos atlánticos hacia la década de 1930, e intentó unificar el territorio bajo el nombre de “África Occidental Española”, imponiendo la capital de esta nación directamente dependiente del gobierno español en Sidi Ifni, territorio enclavado en Marruecos. Entre los intereses estratégicos de España para este territorio se encuentran yacimientos de fosfato descubiertos hacia fines del Siglo XX, lo que devino en una fuerte explotación de los recursos saharianos.
España invirtió recursos en su territorio, generando urbanización e industria en el Sahara Occidental durante el Siglo XX. Sin embargo, con las olas descolonizadoras en todo África, movimientos nacionalistas se alzaron en la región para desprenderse del yugo europeo. Estos movimientos de liberación fueron duramente reprimidos por el gobierno español.
La disputa moderna surge en 1956 con la independencia de Marruecos, que estaba bajo control Francés. En la Guerra de Ifni, y bajo la presión de la ONU, España comenzó a ceder ante los reclamos marroquíes sobre el territorio. El Sahara español, en tanto provincia española, empezó a perder poder político frente al movimiento de liberación Saharaui y el principio de autodeterminación de los pueblos africanos, defendido por Naciones Unidas.
Marruecos se posicionó como el “liberador” de la región, invadiendo el Sahara Occidental aprovechando la inestabilidad política de España por la muerte de Franco.
En 1976, se firmó el Acuerdo Tripartito de Madrid: España cedía el Sahara Occidental a una administración tripartita conjunta entre Marruecos, Mauritania (nación que limita al sur con el territorio sahariano), y la misma España. Este acuerdo no sería reconocido por Naciones Unidas, que a día de hoy reconoce al territorio como parte del dominio español.
Este acuerdo implicó una renuncia de facto por parte de España al control del territorio, retirando todas sus tropas. En este punto es donde inicia la disputa moderna por el control y la búsqueda de independencia en la región.
Por un lado, la República Árabe Saharaui Democrática, o República Saharaui, reclamó su independencia apoyada por la población autóctona del Sahara Occidental y por Argelia, nación aliada de este movimiento liberador. Este reclamo inició una guerra de liberación contra Mauritania y Marruecos, que gobernaron de facto este territorio, y el partido que representó esta liberación fue el denominado “Frente Polisario”.
Mauritania renunció al control del territorio rápidamente hacia 1979, derrotada por el movimiento Saharaui. Sin embargo, Marruecos mantiene a día de hoy el conflicto, controlando el territorio y reprimiendo el movimiento independentista hasta la actualidad. El argumento marroquí dicta que “no existe un pueblo Saharaui”, por lo que no puede aplicarse el principio de autodeterminación de los pueblos.
En 1988 se pactó entre las autoridades marroquíes y el Frente Polisario el llamado “Plan de Arreglo”, aprobado por la ONU en 1991. En él se acordaba la celebración de un referéndum en el cual se pediría a la población saharaui elegir entre la independencia o la integración en Marruecos. El problema es que su celebración se fue posponiendo desde entonces por la negativa del Gobierno de Marruecos a llevarlo a cabo.
La población Saharaui se refugia en la actualidad en Argelia, su gran aliado, y mantiene el reclamo por la autonomía del territorio. Sin embargo, la falta de reconocimiento internacional y el férreo control marroquí sobre los recursos y la región, no permiten que se dé una independencia plena para el pueblo Saharaui.
A nivel diplomático, las relaciones todavía no encontraron la normalidad, aunque sí se ha llegado a un alto al fuego y a la construcción de un muro para separar el territorio efectivamente controlado por Marruecos en la costa atlántica y las porciones que quedaron bajo el dominio de la República Saharaui.
La ONU impulsó un nuevo referéndum durante la década de los 2000 para definir si la población desea anexarse efectivamente a Marruecos o independizarse, pero Marruecos ha conseguido postergar este plebiscito para evitar que la población, de mayoría Saharaui, lo expulse del territorio. Naciones Unidas continúa trabajando en su comité de descolonización para eliminar tanto el dominio formal de España como el dominio de facto de Marruecos.
Además, en la actualidad, Marruecos está llevando a cabo políticas de “marroquización” del territorio, lo que levantó nuevas protestas y represión. Esto llevó a que variedad de países condenen a Marruecos y comiencen a reconocer a la República Saharaui. Estas políticas marroquíes generan tensión en el Magreb, puesto que Algeria, actor de peso en la región, se encuentra tensionado por las decisiones del gobierno de Marruecos.
Entre las iniciativas para resolver esta cuestión se encuentra el Plan Baker, propuesto por el ex-Secretario de Estado de los Estados Unidos hacia 2002, James Baker, en el cuál propuso una “tercera vía” distinta a la división territorial o el control total marroquí. Este plan consiste en que la ONU elija a los representantes de los tres poderes del gobierno regional del Sahara Occidental, garantizando representación Saharaui dentro del dominio marroquí.
Sin embargo, la falta de reconocimiento internacional, los cuestionamientos sobre la legitimidad y garantías del gobierno regional, el rechazo de Marruecos a propuestas intermedias y las disidencias dentro de Naciones Unidas, son factores que imposibilitan a día de hoy la independencia Saharaui, y las tensiones en la región del Magreb continúan por los mismos motivos. En suma, este conflicto se mantendrá hasta que se logre una solución política que defina la soberanía política sobre el Sahara Occidental.
Que el conocimiento no se extinga.