Análisis (contiene spoilers!):
Esta película tiene el poder de desgarrarte y hacerte llorar como ninguna otra, pero a la vez resulta un film imprescindible para comprender la importancia de regular el armamento nuclear.
Hacia fines de agosto de 1945, después de que las bombas atómicas destrozaran las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el pueblo japonés se encontraba en un estado de estupefacción total. A la destrucción que provocaron las bombas, se le sumaban la hambruna, las enfermedades y las pérdidas civiles que ocasionó la guerra del Pacífico.
Es en este contexto que se sitúa La tumba de las luciérnagas. Basada en la novela homónima de Akiyuki Nosaka, esta película nos muestra la perspectiva de la guerra desde la perspectiva de dos hermanos pequeños.
Luego de sobrevivir a un bombardeo, Seita y Setsuko logran llegar al refugio donde los espera su madre. Producto de los bombardeos, su madre queda muy malherida, por lo que ambos hermanos quedan al cuidado de una tía. Como consecuencia de los maltratos infligidos por parte de la mujer, los niños siguen su camino sin rumbo en un Japón devastado. La escasez de alimentos y la propagación de enfermedades constituyen una trampa mortal para Seita y Setsuko.
Acostumbrados a los relatos bélicos narrados por soldados, la mirada inocente de Seita y Setsuko nos permite reflexionar sobre cómo la guerra no solamente destruye las relaciones entre los Estados en el presente, sino que también se lleva a las generaciones futuras, llamadas a forjar la paz y la reconstrucción del futuro.
En un Japón gobernado por un régimen fascista con intenciones imperialistas para el resto de Asia, el adoctrinamiento al que son expuestos los niños y jóvenes japoneses también se encuentra presente en el film. Seita, como todos los chicos de su edad, es extremadamente nacionalista. Enorme es su sorpresa y desilusión cuando se entera de la derrota del Japón en la guerra, para él es inconcebible que la indestructible flota japonesa se encuentre ahora en el fondo del Océano Pacífico.
A pesar de su final desgarrador, esta película permanece con el espectador hasta mucho después de haberla visto. Su mensaje pacifista y antiimperialista se asemeja mucho a los temas que suele tratar este estudio de animación japonés, pero su crudeza y realismo a la hora de tratar de retratar el sufrimiento de los civiles durante la guerra ciertamente hacen que se destaque entre muchas otras películas realizadas por Studio Ghibli.
En este film, el estudio de animación japonés nos presenta un alegato pacifista destinado a advertir a las generaciones futuras sobre el costo de la guerra para los individuos más inocentes y ajenos al conflicto: los niños. La imagen final de la película, con Setsuko y Seita contemplando el Japón moderno nos recuerda las millones de vidas que se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial. Avanzar hacia un futuro de paz es lo menos que podemos hacer por todos los Setsuko y Seita que no conocieron un mundo sin guerra.
Probablemente esta sea una de las películas de animación más tristes jamás realizadas. Como futuros profesionales de las relaciones internacionales, ver esta película resulta imprescindible para conocer la historia y el sufrimiento del pueblo japonés. Recomiendo enormemente ver está película, es uno de esos films que permanecen en uno incluso tiempo después de haberlo visto y por más que te rompa el corazón.
Que el conocimiento no se extinga.